miércoles, 16 de agosto de 2017

CAPITULO 30




Cuando las vacaciones de Navidad terminaron, Paula volvió a huir de él afirmando que sólo había cumplido con su apuesta, pero él simplemente sonrió.


Había podido llegar a parecerse un poco al hombre de su lista y ella siempre se rendía entre sus brazos, la vida era maravillosa y él lograría ser todo lo que ella deseara y más.


Al final de ese año Pedro Alfonso recibió la propiedad de una casa destartalada en un terreno apartado del pueblo junto al lago, de parte del señor Chaves. Pedro intentó rechazarlo, pero, tras varios intentos fallidos, finalmente con sus ahorros comenzó a realizar las reformas de lo que según él sería el futuro hogar de Doña Perfecta.


Antes de marcharse de nuevo a la universidad recibió una carta de Paula en la que ella le preguntaba si quería continuar aspirando a ser su hombre ideal, recordándole jocosamente que a lo largo de un año sólo había conseguido dos cualidades.


Paula, por su parte, recibió un misterioso paquete de parte de Pedro. Cuando estuvo a solas en su habitación, lo abrió y observó confusa su interior, donde había un gran lazo azul y una nota que decía: «Sólo me quedan ocho. PD: Ya sabes lo que quiero para mi cumpleaños.»


Paula miró la nota con enfado y la hizo trizas junto con el lazo.


Pedro estaba loco si creía que eso se iba a volver a repetir: todo había sido un error, un grave error.



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